En el boxeo ha habido incontables dinastías de peleadores que han dado pie también a innumerables comparaciones entre ellos, provocando una presión sin igual, principalmente en los herederos de algunas de las leyendas más grandes que ha dado el boxeo.
Uno de esos casos es el de Pipino Cuevas Jr., un peleador que comenzó en las artes marciales mixtas y terminó por ingresar al boxeo pasados los 25 años, cuando pudo conservar su invicto en 11 combates, pero no pudo hacer más.
Desde entonces, Cuevas Jr. ha combatido 14 ocasiones, de las cuáles ha perdido un total de nueve, todas ellas por la vía rápida, y podría tener el mismo destino este sábado cuando llegue al American Bank Center de Corpus Christi, Texas, para enfrentarse al ex Campeón Mundial Juan Díaz, quien ha roto un ayuno boxístico de más de 30 meses para volver al ring.
Sin embargo, el caso de Cuevas Jr., quien lleva el nombre del legendario Campeón de peso Welter, no es el único, ha habido otros Juniors del boxeo que no han podido con esa presión y han dejado en mal a la dinastía.
Otros boxeadores como lo son Héctor Camacho Jr., hijo del legendario 'Macho' Camacho, también dio más tumbos que satisfacciones a su familia, principalmente por su indisciplina y falta de compromiso con el deporte que llevó a la gloria a su padre.
Quien tampoco tuvo infortunio en esta disciplina fue Salvador Sánchez Jr., sobrino del formidable ex campeón pluma, quien simplemente ha desaprovechado cuanta oportunidad le han dado y no ha podido trascender en la historia del pugilismo.
Así como ellos, se pueden contar personajes como Ronald Hearns, Omar Chávez, Jorge Páez Jr., a quienes el peso del apellido los ha marcado y no los ha dejado despegar.
También ha habido quienes han logrado buenas cosas, como lo es el caso de Cory Spinks o Julio César Chávez Jr., quienes así como sus padres, llegaron a ser campeones, aunque hubo alguien quien superó todo presupuesto y ese fue Floyd Mayweather Jr., la gran estrella del boxeo que ha fue la excepción a la regla sobre aquellos que señalan que segundas partes nunca son buenas.
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