El legendario Mohamed Ali demostró ayer una vez más su capacidad para unir a personas de diferentes razas, religiones e ideologías en un emotivo funeral en su ciudad natal, Louisville (Kentucky), en el que fue despedido como “un soldado universal”. “Ali fue un soldado universal de nuestra humanidad común” que decidió “escribir su propia historia”, aseguró el expresidente estadounidense, Bill Clinton, amigo personal del boxeador y quien cerró la ceremonia multi-religiosa celebrada en el pabellón KYC Yum Center de la ciudad, a orillas del río Ohio. Clinton señaló que Alí fue una inspiración “tanto dentro del cuadrilátero como fuera”, al citar su batalla contra la enfermedad del Parkinson que le mermó durante décadas.
Por su parte, su esposa, Lonnie Ali, señaló que su marido creía que “el fin de su vida debía ser utilizado como un momento de enseñanza” “Quería recordar a la gente que está sufriendo que él había visto el rostro de la injusticia. Pero que él nunca se volvió lo suficientemente amargo para abandonar e implicarse en la violencia”, afirmó la viuda ante las casi 15.000 personas congregadas en el pabellón.
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