lunes, 6 de junio de 2016

Ali voló como mariposa y picó como una abeja

El legendario excampeón del mundo de los pesos pesados, el estadounidense Muhammad Ali, falleció a los 74 años de edad en un hospital de Phoenix (Arizona, EEUU) donde había sido ingresado el jueves por problemas respiratorios. “Después de 32 años de luchar contra la enfermedad de Parkinson, Muhammad Ali murió”, anuncio Bob Gunnell, el portavoz de la familia Ali.

“El triple campeón de pesos pesados del mundo murió en la noche”, dijo el comunicado. Minutos después, la confirmación llegó a través de su cuenta oficial de Twitter, en la que apareció una imagen del mítico boxeador con la leyenda 1942-2016.

Los pesos pesados nunca habían conocido un ejemplar semejante: un atleta armonioso, de finos rasgos faciales, que se desplazaba por el cuadrilátero como si pisara sobre un lecho de plumas o gravitase sobre un colchón de aire. Una estatua animada de 192 centímetros y 102 kilos de músculos flexibles, animados por una plasticidad innata.

Poseído por las musas en lugar de las furias, eludía el contacto brutal de los de su género y reemplazaba los impactos por picaduras. No tenía puños, sino aguijones. “Pico como un abeja”. No tenía pies, sino alas. “Floto como una mariposa”. Parecía despreciar el intercambio de puñetazos como única forma de violenta imposición, sustituyéndolo por una variedad selectiva de roces letales.

Su ferocidad era poética; y su potencia, sedosa. Era humano. Pero, en su decisión de distinguirse de los demás, se revestía de un distanciamiento despectivo hacia la especie.

Gran parte de su grandeza residió en elevarse por encima de sus imperfecciones, en sobrevivir a sus contradicciones más allá de sus defectos. Fue insolente, arrogante y provocador. Humilló de palabra a sus adversarios, muchos de ellos negros y marginados como él. No fue un modélico esposo. No se comportó como un patriota y se arrojó en brazos de una religión ajena a la tradición. Se comportó como un racista inverso y su realidad estuvo a menudo por debajo de su calidad de símbolo. Pero nada empañó su magnetismo ni rebajó su carisma. Fue The Greatest. El más grande.

Obama y Mayweather honran al mito

PHONEIX/EFE

El presidente de EEUU, Barack Obama, rindió tributo a la leyenda del boxeo Muhammad Ali, “un hombre que luchó por lo que era justo” y que con su victoria fuera del ring, en defensa de la igualdad de las personas, ayudó a construir un mundo mejor.

“Muhammad Ali sacudió el mundo. Y el mundo es mejor gracias a él. Todos somos mejores por ello”, consideró Obama en un comunicado.

Por otro lado, el gran boxeador mundial Floyd Mayweather Jr. homenajeó de gran forma a Mohammad. Destacó que gracias a lo que hizo Ali él ha podido conseguir lo que ahora tiene.

“Pavimentó los caminos, nos abrió las puertas a los deportistas negros para que, en mi caso, haya podido conseguir lo que ahora tengo”, dijo. “Ha muerto un gran hombre y hemos perdido a una leyenda y un héroe”.

El fallecimiento de Ali va más allá del mundo del boxeo y repercute en la sociedad estadounidense, que despide a un icono que llamó a la igualdad de todas las personas sin importar su religión, condición social y color de piel durante la convulsa década de los 60, en plena lucha por los derechos civiles.

Fuera del ring, fue famoso por sus mensajes de libertad, paz e igualdad, así como por su rechazo a la guerra de Vietnam y al servicio militar.




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