El boxeo boliviano es uno de los deportes que soporta más carencias a nivel nacional. Los jóvenes pugilistas que se aventuran a ser parte de este mundo, lo hacen contra toda adversidad, a sabiendas de que se trata de una verdadera hazaña salir airosos de esta travesía, en la que el apoyo estatal no es el más deseado.
Cochabamba no escapa a esta situación. Los vallunos entrenan diariamente en un cuadrilátero totalmente improvisado y en condiciones precarias que la Asociación Departamental de Boxeo intenta acondicionar con los limitados elementos que posee.
Según el presidente de la entidad Vladimir Gómez, la principal urgencia que tienen es la falta de un escenario propio para el combate. “Para cada campeonato tenemos que armar el ring. Se nos van dañando los fierros. Trasladar todo hacia la Costanera nos significa un costo. Necesitamos gente que nos colabore y pagamos transporte”, describió Gómez, quien conoce perfectamente las dificultades, pues es un boxeador profesional.
De este modo, las peleas y prácticas se realizan en las galerías de la tribuna general del estadio Félix Capriles.
La Asociación cuenta con bolsas viejas y los guantes que posee no durarán más de tres meses, según Gómez.
“Entrenamos como podemos”, es la frase del dirigente, que retrata fielmente la situación.
Es el deporte de “los pobres”
El boxeo tiene intrínsecamente arraigado el cliché de estar asociado a la gente de bajos recursos económicos. Ello se ha visto de forma evidente en la clásica película estadounidense “Rocky”, en la que el protagonista es un hombre sin estudios, pero que salta a la gloria gracias a sus poderosos puños.
Ya en la vida real, algo similar ha sucedido con el boxeador argentino Carlos Monzón, quien se constituyó en el campeón del mundo (peso mediano). Fue repartidor de soda, lechero y canillita hasta que conoció la victoria de cerca y se introdujo en el mundo de la fama.
“Sabemos que el boxeo en el mundo ha sido practicado por gente de bajos recursos. En Bolivia también es así. Cada boxeador hace un esfuerzo personal enorme para prepararse”, coincidió el presidente de la Asociación departamental de este deporte, Vladimir El Niño Gómez, salvando las distancias del pugilista argentino con los bolivianos.
La Asociación valluna recibe 14 mil bolivianos de forma anual por parte del Servicio Departamental del Deporte (Sedede), suma que debe usar para cubrir gastos de transporte de los atletas cuando hay campeonatos nacionales en otros departamentos.
“Tenemos que invertir el dinero en pasajes. Suelen haber cinco o seis nacionales en el año. El dinero no nos alcanza”, aseguró Gómez.
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