lunes, 4 de mayo de 2015

Filipinas, indignada y decepcionada tras la derrota de Pacquiao

La derrota del boxeador filipino Manny Pacquiao frente a su mayor contrincante, Floyd Mayweather Jr, en el "combate del siglo" ha dejado a los filipinos indignados y decepcionados al considerar que su compatriota debió haber sido declarado ganador.

"Está claro que Pacquiao ha ganado, pero parece ser que los jueces están ciegos", dijo Joel Santiago, uno de las cerca de 2.000 personas que acudieron al colegio de primaria Isabela de los Reyes, en el populoso barrio de Tondo, en Manila, para ser testigos del enfrentamiento entre los dos titanes del boxeo.

El combate, cuyo resultado ha desilusionado enormemente a los filipinos, ha despertado una expectación sin igual en el archipiélago asiático, que considera Pacquiao un héroe nacional y un ejemplo de superación y humildad.

Por ello, y consciente de que la mayor parte de la población quería ser testigo del que ha sido calificado como uno de los eventos deportivos más importantes de la historia reciente, el Gobierno de Filipinas preparó grandes pantallas en más de 100 puntos del país (polideportivos, escuelas, calles o estadios) para el visionado del combate.

Desde muy temprano el día de la pelea, los centros comenzaban a recibir a cientos de miles de personas y las principales avenidas de Manila quedaban desiertas, dibujando un paisaje casi apocalíptico.

Incluso las iglesias de las zonas más pobladas de la ciudad, a las que el devoto pueblo filipino suele acudir sin falta los domingos por la mañana, contaban tan sólo con la presencia de unos pocos fieles.

La escuela Isabela de los Reyes ya había recibido a varios cientos de personas tres horas antes de la hora prevista para el inicio del enfrentamiento entre Pacquiao y Mayweather, donde se repartían abanicos de cartón para luchar contra el calor y la humedad que azotan Manila en esta época del año.

Como en otros combates de Pacquiao, el archipiélago filipino ha estado pendiente de su héroe nacional, incluidos los guerrilleros musulmanes en el sur del país que colgaron sus fusiles y siguieron la pelea en sus campamentos.

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