Pasando desapercibida, una boliviana llamada Nadia se dirige cada mañana hacia su oficina para ayudar, de cierta forma, en la suerte de miles de refugiados que claman por tener asilo político en la pequeña ciudad de Basilea (Suiza), sitio concreto en el que sucede esta historia.
La mujer, de 31 años, se toma varias horas para analizar los casos y carpetas que se acumulan en su escritorio. Documentos legales, archivos y cientos de peticiones de refugiados la rodean, como en una suerte de recordatorio de que su misión es tan importante como lo es también su necesidad imperiosa de hacer el bien.
Cada día es desgastante, pero constructivo para quien dice amar su trabajo y haber aprendido a lidiar con el universo legal, esa esfera que parece sistemática y que, a la vez, la “humaniza” con cada experiencia.
Las vueltas de la vida (o mejor dicho, su maestría en Derecho Internacional y el hecho de haber crecido desde los 3 años en Suiza) la han puesto en la Oficina de Migración, en la que se siente muy “cómoda y feliz”.
Ahora bien ¿Cómo comprender que la misma mujer también se anima a subir al ring y, no solo eso, sino que además es una de las mejores boxeadoras de Latinoamérica? Resulta difícil entender la compatibilidad de ambas funciones. Lo cierto es que, tres veces por semana, la cochabambina se viste de formalidad y está allí, empapándose en mares de papeles. Durante el resto de la semana, entrena, golpea bolsas de box y pone en movimiento los escasos 51 kilos que cargan sus fibrosas y delgadas piernas.
Hace exactamente 11 días, se apoderó del bronce en el Campeonato Continental que tuvo lugar en Santa Cruz. Recordar lo sucedido en aquella ocasión no es muy conveniente para ella ya que cayó por puntos ante la colombiana Ingrid Valencia (su verduga, pues en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, el azar también las puso cara a cara).
Quiere ir por mucho más. No se queda con esa experiencia. Su nuevo reto es el Mundial que será en mayo, en Kazajistán.
-¿Qué te da ventaja arriba del cuadrilátero?
-Vaya, eso lo deben saber bien mis contrincantes.
-Pero uno, en el fondo, es consciente de sus fortalezas...
-¡Ja ja! Bueno. Soy algo alta para mi categoría.
Así, de forma más que concisa, Nadia Barriga Villarroel da cuenta de su mayor virtud: la sencillez. Sin mayores adornos y con un tono que delata su aire europeo, la mundialista accede a una nota sostenida por teléfono, más precisamente, por WhatsApp. Hubiera sido ideal tenerla frente a frente para captar sus gestos y ademanes, pero las condiciones están dadas y Nadia nos concede una entrevista de 20 minutos con 14 segundos.
P: ¿Proyectas volver a radicar en Bolivia?
R: Antes pensaba regresar, pero por el momento estoy muy bien aquí en Suiza. Sin embargo, uno no sabe.
P: La última vez que estuviste en el país fue hace unos días, durante el Continental.
R: Sí. Estuve solo un día en Cochabamba. Fui poco tiempo allá porque me quedé una semana en Bolivia. Durante el año, tengo cuatro semanas de vacaciones, entonces aproveché para ver a mis padres. Y sí. Competí en Santa Cruz, donde tuve mala y buena suerte. Peleé con Ingrid Valencia, que es muy buena. Ella ya clasificó para los Juegos Olímpicos de Río. Perdí por puntos pese a haber hecho una buena pelea. Fue una pena. Hubiese querido tener otra oponente, pero se hizo el sorteo y uno no puede escoger con quién competir.
P: Entonces, sabías a lo que te enfrentabas...
R: Sí. Siento mucho respeto por ella, tal vez demasiado. Sin embargo, tenía expectativas de ganarle.
P: Pocos saben que también eres abogada y trabajas en la Oficina de Migración como asesora legal...
R: Estudié derecho aquí en Basel (Basilea). Trabajo tres días por semana en la Oficina de Migración con los refugiados políticos. Soy asesora legal. Es una bonita profesión y me gusta lo que hago. Además, lo bueno es que son muy flexibles y saben que mi pasión es el boxeo.
P: ¿Tienes buena relación con tus colegas boxeadores bolivianos?
R: ¡Por supuesto! Vladi (el Niño Gómez) es muy buena persona. Se retiró hace poquito, pero no pude ver la pelea. Jessica Vargas también tiene potencial, aunque está en el nivel profesional. ¡Una pena! Era que pruebe este año más para estar en los Juegos Olímpicos.
P: De hecho, Vargas recientemente se quedó con el título europeo.
R: Depende cuál cinturón haya ganado Jessica. Por eso mismo digo, si yo estuviera en el boxeo profesional no hubiese escogido a Ingrid Valencia como adversaria. Para mí, el nivel profesional no es alternativa alguna.
“Es feo que te roben peleas”
Si hay algo que Nadia Barriga identifica como “feo” en el mundo del boxeo, es el hecho de perder peleas sin creer haberlo merecido.
Al respecto, la cochabambina analiza: “No sucede como en el fútbol, que marcas goles. En el box no hay parámetros de tiempo ni anotaciones porque dependes de la decisión de un juez”.
Según relata, es posible apelar la determinación, pero ello cuesta alrededor de 10 mil dólares, monto que, indudablemente, no cualquiera tiene el privilegio de cargar en su patrimonio personal.
“Una vez, claramente había ganado y me robaron el resultado. En realidad, no fue solo una vez. Es común que te roben peleas en el boxeo. Es feo”.
A la breve lista de cosas indeseadas que viven los pugilistas, Nadia agrega otra: no estar en el mejor día para combatir. “Tampoco es lindo cuando puedes ganarle a tu oponente y justo en ése momento no estás en forma. Es ahí cuando no muestras lo mejor de ti.
La boxeadora ha aprendido a acatar las decisiones arriba del escenario de combate. Cuando cumplió 23 años, no lo pensó dos veces y se metió en el boxeo luego de una lesión que la obligó a dejar el badminton.
Antes de calzarse los guantes, era algo ansiosa. Ello quedó atrás. Los sacos le han servido para encontrar un canal y liberar toda la carga energética de su cuerpo y el estrés que trae consigo la vida urbana.
“Era más nerviosa. Como hago un desgate físico y siempre hay peleas, me tranquilizo bastante”, describe.
La boliviana, campeona suiza en 2013, quiere seguir cantando el Himno Nacional en Europa, Asia, África, o donde deba asumir una pelea amateur.
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