Al principio, Jhonny se había puesto los guantes de boxeo por hobbie. El cuadrilátero le llamaba la atención, sí, pero por un hecho particular: quería mantener el estado físico. Lejos de eso, las cuerdas del ring no lo envolvían. No, al menos, al grado de atraparlo. Esa capacidad solo la tenía (y aún la conserva) el fútbol, porque si de lazos genuinos hablamos, la pelota y el arco eran sus mejores amigos.
Jhonny Oretea, de 25 años, fue arquero hasta los 23. Desde niño palpó, saboreó, olió y disfrutó la conjunción de la tierra, la danza del balón y los tres palos. Talentoso de manos por naturaleza (sobre todo con la zurda), el muchacho nacido en el interior de Pasorapa jugó en equipos de Asociación como Enrique Happ y Arauco Prado. De hecho, en este último club tuvo la oportunidad de compartir temporada con el paraguayo Roberto Pérez, mismo que se encargó de devolverle la categoría al Aurora el 4 de junio de 2017.
De pronto, dos lesiones de rodilla y brazo dictaron el mandato no discutible: debía poner fin a su trayectoria como jugador. El ahora boxeador tuvo que abandonar la cancha. Se acercó luego al cuadrilátero, pero afianzó aún más su relación con ese universo del combate luego del fallecimiento de su hermano Ibert. En junio del año pasado, la familia entera se vio sacudida por la noticia. Ibert, quien fue un boxeador laureado y conocido en el ambiente, había sido asesinado. Ese fue el punto que marcó el nacimiento de una “urgencia” interior en Jhonny, una que lo encaminó a honrar la memoria del fallecido no con rosas inertes en su tumba, sino con dos guantes activos en el ring.
“Éramos un poco separados, pero su partida me afectó bastante. Hay cosas que ojalá pudiera regresar atrás para arreglarlas, pero no es posible hacer eso”.
Si hay historias ricas detrás de los deportistas, esta es, sin dudas, una de ellas. No solo por la existencia de la muerte como situación traumática y emotiva en el relato, sino porque en el horizonte se presenta un personaje real con mucha riqueza de matices en la paleta, elementos que, a su vez, aparecen para “pintar” a una persona casi “de película”, como lo es el hecho de que Jhonny trabaja cortando carne, así como también sucede en la película taquillera de Rocky.
“Me arreglo en la mañana ayudando a cortar carne. Trabajo hasta las 9:00. Así es la vida. Uno tiene que apoyarse para salir adelante. Tiene que irme bien”.
A mitad de año, el “Hulk” (como dice que lo llaman sus amigos debido a su fuerza) se recibirá como ingeniero civil. Esa será otra conquista dedicada a su hermano Ibert.
Es realista. Ya tiene 25 años y su edad no acompaña su deseo de ser un futbolista profesional. Prefiere congelar el júbilo y dar paso a su sentimiento solidario, pues considera que las nuevas camadas de arqueros necesitan salir al frente. Para ello es preciso que los que se encuentran “de bajada” se “abran” del camino. Y él es uno de ellos.
“¿Elegir entre el fútbol y el boxeo? El fútbol, toda la vida. Es mi talento desde niño. Me ofrecieron regresar a entrenar, pero soy consciente de que ya estoy viejo y hay muchachos con posibilidades de subir. Debemos darles campo. Soy realista, ya no puedo volver”.
El viernes, su ansiedad era mayúscula. Pocas horas después (el sábado), tendría que enfrentar a Ariel Rodríguez en el torneo selectivo de Jaihuayco. Le fue de maravilla. Al final, le tocó medirse con Kevin Terceros, especialista en artes marciales mixtas.
Su victoria, con dedicatoria especial, le permitió obtener un boleto para el Campeonato Nacional que se efectuará el fin de semana próximo en Punata, la sede oficial del boxeo en los Juegos Suramericanos Cochabamba 2018 (mayo).
Jhonny, que se trasladó desde Pasorapa a Cercado de “changuito”, trata de no exaltarse, en caso de que alguien lo provoque en una pelea callejera.
Sus puños y su energía son dos armas mortales. “Nunca molesté a nadie. Sé que se me puede ir la mano y puede pasar algo. Cuando uno cierra el puño, es para problemas”.
Entrena. Entrena porque es la única forma de estar a la altura (y eso que altura no le falta, mide, al menos, 1.80) de las batallas y honrar como debe ser la memoria de Ibert.
Seis peleas
Jhonny Oretea, que nació en Pasorapa, cuenta en su haber seis combates, de los cuales resultó vencedor en cuatro.
Trabaja en el rubro de la carnicería y estudia Ingeniería Civil.
2 manos domina el boxeador, aunque es más hábil con la zurda. “También soy bueno con la derecha. Soy fuerte con las dos”, admite. Jugó en Wilstermann en su infancia.
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