Con la sensibilidad de una niña frágil, pero con la fortaleza de una guerrera imbatible; espontánea en sus acciones cotidianas, pero con la sagacidad suficiente en sus movimientos arriba del cuadrilátero como para derribar a su oponente en cuestión de minutos. Así es la Bolivian Queen (Reina Boliviana) Jennifer Salinas, actual campeona del mundo en la categoría Super Gallo del boxeo.
Hace pocos días se confirmó que la cruceña ha elegido Cochabamba para defender el título que ganó en noviembre, cuando derrotó a la colombiana Yolis Marrugo. Salinas peleará en el coliseo de la Coronilla en mayo, en un combate que homenajeará, precisamente, a las Heroínas de la Coronilla.
La vida de la boxeadora no ha sido sencilla y ha estado marcada por un abuso que vivió de niña, hecho que, conjugado con su impulsividad y emotividad, ahora, toda una mujer, la condujo a grabar un video dirigido a su victimario. Según ella, actuó porque estaba sensible y quería buscar la paz personal. Esto sucedió en febrero pasado, cuando se celebraba el Día del Amor o San Valentín.
“Si pudiese regresar el tiempo, lo haría nuevamente por el simple hecho de que estoy evitando tragedias. Lo sé porque me contactan muchas personas que son abusadas”, comentó Jennifer, quien confesó que aún guarda mucho rencor en su interior por el desafortunado hecho que le tocó vivir en su infancia.
“Dios me está hablando y tengo que perdonar para sentir más paz y ser feliz porque todavía vivo con mucho rencor respecto a lo que me pasó”, relató.
Sin duda, Jennifer irradia un evidente carisma mediante su sonrisa, que no desaparece de su rostro e insiste en dibujarse, como intentando borrar la mala experiencia.
Tiene 31 años, es madre de Leticia, Jaida, Juan Pablo y Jalia, a quienes educa con la valentía que expone en el ring, cuando su fortaleza de “mujer boliviana” invade el espacio y la inyecta en una suerte de rebeldía de yegua, franca venganza al destino o canalización de su pasado.
Su terapia y su canalización, el boxeo
Jennifer Salinas se define como una mujer rebelde, impulsiva y llena de energía que, de hecho, puede advertirse que le brota de cada poro de la piel.
La pugilista que con 31 años aún se encuentra en un proceso de superación de la desafortunada experiencia que le tocó vivir de niña, consiguió canalizar toda esa rabia contenida mediante el boxeo, su escape.
“De niña era agresiva y me solía pelear en el colegio. Siempre fui muy rebelde y me animé a hacerlo como deporte”, señaló en otro medio de comunicación.
“Esa sí que fue una pelea muy dura (el abuso) porque no sabía cómo me pasó y al tener hijos y verlos en la edad que me sucedió me daba rabia. Mi única terapia fue el boxeo, pero también un problema”, agregó respecto a su vivencia.
Jennifer radica en Estados Unidos, donde formó su familia junto a su esposo. Cuando tiene un combate y debe ausentarse de su casa, le confía el cuidado de sus hijos a su madre, en quien asegura confiar plenamente.
Hace algunos años, solo soñaba con alzar el título mundial, deseo compartido con todos los deportistas que forman parte de una disciplina. Sin embargo, lo que era un anhelo se volvió realidad.
Su constante esfuerzo y su perseverancia la elevaron a lo más alto del boxeo femenino y es campeona mundial. Representa el ícono de la mujer “macha”, como ella misma define.
Empezar no fue fácil para Jennifer
A los 19 años, Jennifer Salinas se animó a incursionar en el mundo del boxeo. Ese ambiente rudo, generalmente vinculado con la vida difícil.
Su rebeldía y las ganas de descubrir algo nuevo la condujeron a insertarse, de forma tímida, en lo que, para ella, representaba un mundo nuevo, lleno de sorpresas y mediante el que podía encontrar su cable a tierra.
No fue sencillo. Al principio, tuvo que ofrecer las entradas para sus peleas, puerta por puerta. Lo hizo en Virginia, Estados Unidos, donde radica.
“Me dejé seducir por el boxeo y no me importó ofrecer las entradas puerta a puerta para ganar algo de plata”, relató Jennifer en una entrevista a un medio nacional.
Llegar hasta donde está fue toda una odisea.
La vida puede ser como una película
Como en la película estadounidense Rocky, que narra la historia de un joven boxeador de escasos recursos y que vive en un barrio periférico, algo similar sucedió con la pugilista boliviana Jennifer Salinas, pero en la vida real.
Salinas, campeona mundial en la categoría Super Gallo, pasó su adolescencia en Virginia, Estados Unidos. Inicialmente, dudó en entrar al mundo del boxeo, pero su curiosidad fue mayor y se dedicó de lleno a ello.
Salía a trotar cada mañana, con total disciplina, tras el objetivo de destacar en el deporte; se levantaba muy temprano y, al igual que Rocky, entrenó muy duro, movida por el fuerte deseo de ser reconocida en el mundo del boxeo.
Su porte muy femenino creó cierta resistencia en algunos hombres del boxeo, pero luego descubrieron en ella a una guerrera.
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